
- Hech. 13,14.43-52. Sabed que nos dedicamos a los gentiles
- Apoc. 7,14-17. El Cordero los apacentará y los conducirá a las fuentes de aguas vivas.
- Jn. 10,27-30. Yo doy la vida eterna a mis ovejas.
Reflexión:
- Hablar y oír, seguramente son las acciones que más hacemos durante el día, y durante toda nuestra vida. De nuestra boca salen palabras y a nuestros oídos llegan más palabras. Así es la comunicación humana: alguien que emite un mensaje y alguien que lo recibe.
- Si Jesús hubiera nacido en esta cultura, seguramente se le hubiera mirado igual de raro que lo hicieron los de su época. Él fue un maestro de la comunicación, a la antigua usanza, es decir, hablaba a la gente de forma que lo entendiera (con parábolas) y se acercaba a ellas, las tocaba, las miraba, las escuchaba… Así les aliviaba su dolor y les hacía sentir la presencia de Dios en sus vidas.
- Jesús dio a la Palabra una fuerza arrolladora, nacía de su corazón, pues Dios habitaba en Él. Tocaba el corazón de las personas. Así un simple “¡Sígueme!” volvió del revés la vida de los discípulos, les complicó la vida de forma tan maravillosa que no pudieron escapar al gozo de sentirse elegidos por Dios y de proclamarlo.
- Esta es la experiencia de la vida de Gracia: cuando hablo ya no digo lo que quiero, sino lo que Dios quiere, ya no hablo, sino que anuncio, predico, exhorto, llevo el mensaje…a quien quiera acogerlo en su corazón.
- No tengamos miedo, no dejemos que el mundo nos enmudezca ni ensordezca. Dejemos que el entusiasmo (“estar habitados por Dios”) salga a la luz y lo contagiemos. Reconocemos la Voz que nos llama, por eso le seguimos, confiados en que Él nos “conducirá por fuentes de agua viva y nos enjugará las lágrimas”, nos dará la vida eterna. Estamos llamados a la santidad porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor» (GE 2).
- Dejémonos coger de su mano, busquemos «cuál es esa palabra, ese mensaje de Jesús que Dios quiere decir al mundo con nuestra vida» (GE 24), como hicieron Pablo y Bernabé, que con toda valentía anunciaron el Reino a todo el que quiso escuchar la Buena Noticia. Así, cumpliendo la voluntad del Padre se quedaron «llenos de alegría y de Espíritu Santo».
- Hoy es la jornada mundial de las vocaciones