Domingo 29 de marzo de 2020 – Vº de Cuaresma – Así quiero morir yo

  1. Ez. 37,12-14. Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis.
  2. Rom. 8,8-11. El Espíritu que resucito a Jesús habita en vosotros.
  3. Jn.11,-45. Yo soy la resurrección y la vida. 

 

Hoja litúrgica

Volver a creer

 

Reflexión

  • La muerte que nos mata. La muerte de Lázaro es más que la muerte biológica de un ser querido, un amigo, lo mismo que los sepulcros de los que habla Ezequiel. San Pablo nos habla de “la carne” como un modo de vida que no lo es, porque no es la verdadera. En uno y otro caso, aunque se nos venga a la boca la palabra “resurrección”, no estamos hablando de una vida más allá de la muerte sino de “otra cosa” … 
  • Somos “carne”, es verdad: somos barro, fragilidad, limitación, finitud, cansancio, error y fracaso. Somos deseo, y deseo permanentemente frustrado porque, aunque vivamos dejándonos llevar de “lo que me apetece”, esa aparente vida sólo conduce al vacío, el aburrimiento y la desesperanza de lo que siempre se termina. Esclavos de la vida, estamos amarrados en los vendajes que nos atan, aplastados por la losa de la insatisfacción. Queremos “otra vida” pero nos atan los deseos del dinero, de la comodidad, de la vida fácil y segura, del comer y del beber, de los números que cantan, de la ley y la norma externa, de la seguridad y de lo establecido. Estamos divididos entre el deseo de libertad y la necesidad de poseer, de ver y de tocar. 
  • La Vida que nos libera. En realidad, lo que buscamos es más liberación que inmortalidad. Liberación de todos los dinamismos que tienen como único objeto la satisfacción de nuestro ser individual. Incluso en medio del amor, somos conscientes de que no sabemos, o no podemos, amar de verdad porque muchas veces sólo nos amamos a nosotros mismos… 
  • Por eso Jesús no habla de inmortalidad sino de resurrección, liberación de aquello que, pareciéndonos dar vida, sólo nos da muerte, insatisfacción, fracaso, vacío. Ya Sócrates, Platón y los filósofos antiguos creían en la inmortalidad. También los hijos de Israel, aunque muy tardíamente. También Jesús creía en la inmortalidad. Pero la resurrección es otra cosa. Resucitar es volver a nacer a una vida diferente, a unos nuevos valores, a un nuevo ser y modo de vivir. 
  • Examen de conciencia: Estamos dispuestos a “morir” a lo inútil, y aceptar la contradicción social, para vivir como cristiano la nueva vida del bautismo. ¿Quieres resucitar? ¿Quieres ser “persona-tijera” para cortar los vendajes de muertos en vida que nos rodean?