Domingo 12 de abril de 2020 – Domingo de Ramos – Nuestra alegría eres Tú

  1. Hch. 10, 34a.37-43. Hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos.
  2. Col. 3,1-4. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo.
  3. Juan 20,1-9. Él había de resucitar de entre los muertos.

 

Hoja litúrgica

Pascua 2020

 

Reflexión: 

  • La fiesta de Pascua no es sólo una celebración litúrgica. Es, antes que nada, una manifestación del amor poderoso de Dios que hemos de celebrar, vivir y disfrutar en el fondo de nuestro ser. ¿Es posible experimentar hoy su fuerza vivificadora? Lo primero es tomar conciencia de que la vida está habitada por un Misterio acogedor que Jesús llamaba Padre. En el mundo hay tanto mal y tal «exceso» de sufrimiento que la vida nos puede parecer algo caótico y absurdo. No es así. Aunque, a veces, no sea fácil experimentarlo, nuestra existencia está sostenida y dirigida por Dios hacia una plenitud final.
  • Esto lo hemos de empezar a vivir desde cada uno de nosotros: yo soy amado por Dios; a mí me espera una plenitud sin fin. Hay tal acumulación de frustraciones en nosotros, nos queremos a veces tan poco, nos despreciamos tanto, que podemos ahogar en nosotros la alegría de vivir. 
  • Dios resucitador puede despertar de nuevo nuestra confianza y nuestro gozo. A pesar de tantas noticias, datos y experiencias en contra, podemos vivir sin angustiamos por el futuro. Vivimos, a veces, con tal tensión y ansiedad que se nos puede hacer difícil trabajar con fe por un mundo más humano. La resurrección de Jesús nos pone ante el verdadero horizonte de todo.
  • No es la muerte quien tiene la última palabra sobre el dolor y la muerte, sino Dios. Es su amor salvador el que reconstruye y da sentido a nuestros sufrimientos, fracasos y muertes. Hay tanta muerte injusta, tanta enfermedad dolorosa, tanta vida sin sentido, que podemos hundimos en la desesperanza. La resurrección de Jesús nos recuerda que Dios existe y salva. Él nos hará conocer la vida plena que aquí no hemos conocido.
  • Celebrar la resurrección de Jesús es abrimos a la energía vivificadora de Dios. El verdadero enemigo de la vida no es el sufrimiento sino la tristeza. Nos falta pasión por la vida y compasión por los que sufren. Y nos sobra apatía, compulsión hacia la propia felicidad y hedonismo barato que nos hace vivir sin disfrutar lo mejor de la existencia: el amor. La Pascua puede ser fuente y estímulo de una vida nueva.