Domingo 14 de junio de 2020 – Corpus Christi – ¿Necesitamos alimentarnos?

  1. Deut. 8,2-3.14b-16 Te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres.
  2. I Cor. 10,16-17 El pan es uno; nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo.
  3. Jn. 6,51-58 Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

 

Hoja litúrgica

Dios es mi familia

 

Reflexión

  • Un número de personas cada vez mayor se va distanciando de la experiencia religiosa que anteriormente había vivido. ¿Cómo se está produciendo este fenómeno que algunos llaman «revolución silenciosa»? ¿Qué sucede en esas personas que van abandonando la fe? Sin duda, el itinerario de cada persona es único, pero los estudios que se vienen realizando permiten describir algunas etapas fundamentales de ese distanciamiento. 
  • Por lo general, todo comienza con el abandono de la asistencia regular a la misa dominical. Las razones que se dan son de todo tipo. De hecho, se abandona la práctica habitual. La persona sigue afirmando «soy creyente, pero no practicante». Esta situación va evolucionando hacia un alejamiento progresivo de la Iglesia. Mira a la Iglesia cada vez más desde fuera. Es fácil entonces decir: «Creo en Jesucristo, pero no en la Iglesia.» 
  • Sin embargo, poco a poco, la persona va perdiendo el «sentido cristiano» de la vida. Su experiencia religiosa se va disolviendo. La fe no es reactualizada. El individuo se organiza su vida desde sus propias opciones e intereses. «Yo no hago daño a nadie. ¿Para qué necesito algo más?» En este momento se puede llegar ya a perder la fe en sentido estricto. 
  • La persona olvida totalmente a Jesucristo. Cada vez le resulta más extraño rezar. Ya no hay comunicación con un Dios personal. Cuando se le pregunta, la persona titubea: «No sé si creo o no. Tal vez, haya algo.» El proceso ha terminado. Está claro que no se puede identificar el abandono de la práctica religiosa con la increencia. Pero, de hecho, quien abandona la misa dominical da un paso decisivo hacia el deterioro y la pérdida progresiva de su fe. 
  • La fiesta del «Corpus» o fiesta de la Eucaristía nos recuerda una experiencia elemental. Quien no alimenta su fe, la va perdiendo. Quien no se encuentra nunca con otros creyentes para recordar el Evangelio, orar a Dios y reavivar su espíritu, terminará vaciando su vida de fe.