- Jr. 20,7-9. La Palabra de Dios se volvió oprobio para mí.
- Rom. 12,1-2. Ofreceros vosotros mismos como sacrificio vivo
- Mt.16,21-27. El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo.
Reflexión:
- Ponte detrás de mí «El discípulo no es más que su maestro» (Mt 10,24), les había dicho Jesús a sus discípulos en más de una ocasión. Y, ahora, a Pedro le dice «ponte detrás de mí». Los exégetas, los estudiosos de la biblia nos dicen que este texto traducido tradicionalmente como «apártate de mí vista» es en realidad «ponte detrás de mí». Pedro no quiere aceptar el seguimiento tal como lo propone Jesús. Quiere ser él el que indique el camino. ¡Cuántas veces queremos que la vida sea lo que nosotros deseamos que sea! ¡Cuántas veces queremos que la vida cristiana sea lo que nosotros deseamos que sea!
- El estilo de Jesús El seguimiento que propone Jesús conlleva un estilo de vida fundamentado en el servicio, vaciado de todo poder. Les había dicho muchas veces: «El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor» (Mt 20,26-27). El seguimiento que exige Jesús busca ser fiel a la voluntad del Padre. «He venido –les dirá– no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado» (Jn 6,38).
- Somos como Pedro. La actitud de Pedro refleja nuestro modo de situarnos ante Jesús. ¡Qué difícil nos es permitir que Dios sea Dios! Queremos un Jesús a nuestra medida, un Dios que se ajuste a nuestras necesidades y deseos. Muchas de nuestras oraciones son para pedirle que haga lo que nosotros deseamos. «Ponte detrás de mí», nos dice Jesús otra vez. Cultivemos en nosotros la actitud propia del discípulo que sabe que Jesús es el Maestro; la actitud de dejar que Dios sea Dios. María, una mujer cristiana de nuestros días, nos ayuda con su testimonio. Escuchémosla.
- Dejar que Dios sea Dios en nuestra vida. Si Él me preguntara: ¿Quién soy yo para ti? Le contestaría: ¡Señor, Tú eres mi Dios! Es en la pregunta y la respuesta donde yo busco el sentido profundo de las cosas, donde me siento libre, es mi libertad y mi vida, es mi amor y mi mayor gozo, quien me invita a seguir adelante, quien cura, quien alivia, quien reconforta.
- El fondo del problema está en que el hombre se ha proclamado no sólo “dueño de la naturaleza”, sino también “dueño y señor del sentido”. ¿De qué le sirve al ser humano ganarlo todo si se pierde él? La cuestión de la modernidad es haber creído olvidar para siempre: LA CUESTIÓN DE DIOS