- Nm. 6,22-27. El Señor te bendiga y te proteja
- Gál. 4,4-7. Dios envía a nuestros corazones el E. de su Hijo.
- Lc. 2,16-23. María conservaba estas cosas meditándolas.
Reflexión
- La grandeza de María es ser portadora en su seno de la vida más grande que la humanidad podía esperar: Dios mismo hecho carne en Jesús. Cuando los pastores llegaron hasta Belén y relataron lo que se les había contado de ese niño que acababa de nacer la única reacción de María es la de la contemplación y meditación de todo lo que estaba aconteciendo. Claro que María se alegraría por el nacimiento de su Hijo, pero María es sencilla, calla, medita, conserva todo lo que está viviendo. Sabe que responde a un plan de Dios que le supera, por eso solo le toca confiar, tener fe.
- Hay tanta sencillez en María que casi pasa desapercibida en el relato. El jolgorio, la alegría por el nacimiento la representan los pastores y todos los allí presentes que estaban admirados por este nacimiento. De nuevo, la grandeza de María también está en su sencillez. Ella no dice nada, no hace nada, solo conserva y medita todo lo que está viviendo. También así nos enseña María a ser buenos discípulos, sin buscar ningún protagonismo.
- El evangelio dice que los pastores regresaron de Belén dando gloria y alabanza a Dios, conforme a lo que se les había dicho. Claro, es que lo que han presenciado los pastores en Belén, el nacimiento del Mesías, ya estaba profetizado en el Antiguo Testamento (Is 7,14). La voluntad de Dios de cuidar, querer y proteger a la obra de sus manos se remonta al minuto cero de la Creación. Por eso, ahora, en la plenitud de los tiempos, Dios ha querido dar lo mejor que tiene a la humanidad, a su propio hijo. Y lo ha querido hacer uniendo el destino de su hijo al destino de cada hombre, naciendo del seno de una mujer.
- El rito de imposición del nombre «Jesús» no es mero azar, sino que es un nombre muy bien elegido. Podría traducirse como «Dios salva». Nada responde mejor a la vida de Jesús. Ha venido de parte de Dios, siendo Él mismo Dios, para salvar a la humanidad y reconciliarla con Dios. Este hijo nos ha venido por su madre, por María. A Jesús por María.