Domingo 5 de septiembre de 2021 – XXIIIº de T.O. – Las apariencias engañan a veces

  1. Is. 36,4-7. Los, oídos del sordo se abrirán, la lengua del mudo cantará.
  2. Sant. 2,1-5. ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres para hacerlos herederos de su reino?
  3. Mc. 7,31-37. Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Hoja litúrgica

Celebramos que Jesús nos abre los oídos

Reflexión:

  • La soledad se ha convertido en una de las plagas más graves de nuestra sociedad. Los hombres construyen puentes y autopistas para comunicarse con más rapidez. Tienden cables para asegurar la comunicación telefónica. Lanzan satélites para transmitir toda clase de ondas entre los continentes. Pero los hombres están cada vez más «solos en su propia choza».
  • El contacto humano se ha enfriado en muchos ámbitos de nuestra sociedad. Cada uno vive su mundo. No es fácil el regalo de la verdadera amistad. Hay quienes han perdido la capacidad de llegar a un encuentro cálido, cordial, sincero. Se sienten demasiado extraños a los demás. No son ya capaces de entender y amar sinceramente a nadie.
  • Quizás se relacionan cada día con mucha gente. Pero en realidad no se encuentran con nadie. Viven aislados. Con el corazón bloqueado. Cerrados a Dios y cerrados a los demás.
  • Cuántos hombres y mujeres no necesitan hoy escuchar las palabras de Jesús al sordomudo: «Ábrete». No es casualidad que se narren en los evangelios tantas curaciones de ciegos y sordos. Son una invitación a que abramos nuestros ojos y nuestros oídos para acoger la buena noticia de Jesús y la salvación que se nos ofrece desde Dios.
  • También a nosotros se nos hace una invitación a abrirnos. Sin duda, las causas de la incomunicación, el aislamiento y la soledad creciente entre nosotros son muy diversas. Pero, casi siempre tienen su raíz en nuestro pecado.
  • Cuando actuamos egoístamente, nos alejamos de los demás, nos separamos de la vida y nos encerramos en nosotros mismos. Queriendo defender nuestra propia libertad e independencia con celo exagerado, caemos en un aislamiento y soledad cada vez mayor.
  • Tenemos que aprender, sin duda, nuevas técnicas de comunicación en la sociedad moderna. Pero debemos aprender antes que nada a abrirnos a la amistad y al amor verdadero.
  • El egoísmo, la desconfianza y la insolidaridad son también hoy lo que más nos separa y aísla a unos de otros. Por ello la conversión al amor es camino indispensable para escapar de la soledad. El que se abre al amor al Padre y a los hermanos, no está solo.