Domingo 15 de agosto de 2019 – Asunción de María – María, seguidora fiel de Jesús

Visita a Isabel
Visita a Isabel
  1. Apo. 11,19; 12,1-6.10. Una mujer vestida de sol, y la luna bajo sus pies.
  2. I Co. 15,20-26. Primero Cristo, como primicia, después todos.
  3. Lc-1,39-56. El poderoso ha hecho obras grandes en mí.

 

Hoja litúrgica

 

Reflexión

  • Ha mirado la humillación de su esclava. La fiesta de la Virgen de agosto está vinculada en muchos sitios a celebraciones populares. Tiene que ver sin duda con los ciclos agrícolas que marcan la existencia de nuestros pueblos. Pero también debe tener que ver con un presentimiento de plenitud que se esconde, más o menos conscientemente, en la experiencia de los límites humanos. «Ha mirado la humillación de su esclava», «el Poderoso ha hecho obras grandes por mí». El canto hace referencia a la vivencia sobrecogida que ha tenido María de ser agraciada, de ser llamada a aportar su libertad a la obra de salvación. 
  • Por Cristo todos volverán a la vida. En María, madre de Jesús, se ha hecho realidad ya lo que para todos nosotros esperamos. Con las imágenes misteriosas y sugerentes que emplea el Apocalipsis para consuelo de aquellas comunidades primitivas bajo la amenaza de la persecución, no hay dragón alguno, por muy terrible que parezca, que pueda vencer la potestad de Cristo para dar vida y salud a la humanidad. 
  • La Iglesia, siguiendo una tradición muy antigua, proclama hoy que los efectos de la resurrección de Jesús se han hecho notar primeramente en su madre al terminar su recorrido en este mundo. Pero no como caso aparte, sino asentando con ello la convicción fundamental de que «quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará» a nosotros.  En María tenemos un espejo de lo que estamos llamados a ser. 
  • Nuestro peregrinar tiene meta. Sí, mientras seguimos experimentando las penalidades y dificultades de nuestra peregrinación por este mundo y este tiempo, necesitamos vislumbrar que nuestra existencia no está abocada a la nada, ni a difuminarse en un todo impersonal, sino al encuentro definitivo con el Señor en la integridad de nuestra propia persona. 
  • La fiesta que hoy celebramos se inserta en nuestro tiempo terreno para hacernos contemplar en María de Nazaret lo que será nuestro futuro, la meta hacia la que caminamos. Participar en la eucaristía significa ya saborear anticipadamente la comunión de todos en el Cuerpo resucitado de Cristo.