Domingo 18 de agosto de 2019 – XXº del T.O. – Afrontar los conflictos

Fuego purificador

  1. Jr. 38,4-5.8-10. Me has engendrado para pleitear por todo el país.
  2. Hr. 12,1-4. Corramos, con constancia, en la carrera que nos toca.
  3. Lc. 12,49-53. No he venido a traer paz, sino división

 

Hoja litúrgica

La sabiduría  de preguntarnos

 

Reflexión: 

Un fuego purificador 

Hoy el evangelio puede sorprendernos. Jesús habla de “fuego”, de muerte y de división. Evidentemente se trata de un símbolo, proclamado en un tono y género apocalíptico que puede evocarnos el “fuego” de un pretendido e infantil “infierno”. Pero no se trata de eso. El “fuego” de Jesús es un “fuego” de pasión, de apasionamiento. Jesús está deseando ver “un mundo en llamas”, ardiente. Algo muy distinto de la “tibieza” de la que acusaba Juan a la iglesia de Laodicea, en el libro del Apocalipsis (Ap 3,15-16). Acostumbrados a la imagen de un Jesús tierno y casi bonachón, nos choca la imagen de un Jesús “apasionado”. Y contrasta con la tibieza, apatía y rutina de muchas de nuestras iglesias. El “fuego” de Jesús nos atiza para convertirnos de una vez en una parroquia, en una comunidad, viva, apasionada, capaz de contagiar la pasión de Jesús, del Evangelio y el Reino ¿Es así nuestra parroquia, nuestra comunidad? ¿Cuándo dejarán nuestras iglesias de ser “estación de servicios” religiosos? 

El bautismo Jesús y de los cristianos 

Pero la fe en Jesús no es un cúmulo de rezos y piadosas devociones, sino la repetición, en nuestra carne, de la vida, muerte y resurrección de Jesús: su “bautismo” de muerte y vida. Seguir a Jesús es con-morir con Él para con-resucitar con Él. Morir al “hombre viejo” de una religiosidad de leyes, normas y tratados de moral para vivir una “vida nueva” de libertad para el amor… hasta el extremo: exponer la vida por amor a los demás y al mundo. Una “vida nueva” ligeros de equipaje, quitándonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata. 

Asumir la contradicción 

Romper con el pasado cuesta mucho. San Pablo se lo decía a los cristianos de Galacia: “¡insensatos!, que habéis vuelto a caer en la religiosidad del pasado…” No es lo mismo la Tradición que las tradiciones, porque éstas nacen sólo de nuestra mirada humana y, como los fariseos, nos las inventamos. La Tradición es otra cosa. Es fidelidad al Evangelio transmitida a lo largo de los siglos por una Iglesia viva y sana. De ello habla el papa Francisco, y por eso tiene enemigos que intentan desprestigiar su llamada a una Iglesia “en salida”. La fidelidad al Evangelio trae consigo la contradicción porque su melodía no es del gusto de todos, como le pasaba a Jeremías. El pecado –terrible- de la Iglesia, que ahora se descubre, no debe ser únicamente un mal sino una oportunidad para una Iglesia de Dios.