- Sab. 6,12-16. Quienes buscan la sabiduría la encuentran
- I Tes. 4,13-18. Dios llevará con él, por medio de Jesús,
- Mt. 25,1-13. ¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!
Reflexión:
- Una lectura rápida del evangelio de hoy nos podría dejar con la simple moraleja: “estate preparado para cuando venga el Señor, no sea que te quedes fuera del banquete”. Esta mirada superficial es enturbiar una imagen mucho más potente y espirituosa: la que nos presenta el salmo, «mi alma está sedienta de ti, Dios mío», y que ya nos había introducido la primera lectura de Sabiduría: la imagen de dos novios que se aman y desean. Así, no se trataría tanto del miedo a la condenación ante la venida en juicio de nuestro Señor, cuanto el decepcionar su amor al estar distraídos y no estar preparados para su encuentro.
- ¿De día y de noche sentimos este amor que sostiene, esta cercanía del Señor que nos sacia y es fuente de alegría?
- Preciosa metáfora también la del deseo como aceite que alimenta el fuego del amor, del encuentro. Un aceite que no se compra en ningún lugar (de ahí lo absurdo de la búsqueda del que pretende conseguirlo en la noche), y al cual tienen acceso “quienes buscan”. Porque nuestro Dios no escatima ni se escabulle: nos espera «sentado a nuestra puerta», nos sale al paso constantemente «en cada pensamiento», como hemos leído en Sabiduría. Que no lo percibamos, no quiere decir que no esté. ¿Es así el Dios en quién creemos?
- El año litúrgico va acompañándonos en tantas situaciones de nuestra vida personal y comunitaria, dando la bienvenida a nuevas vidas, despidiendo otras…, preparándonos para acoger lo Nuevo o descubriendo lo extraordinario de las cosas cotidianas.
- Estas lecturas, casi al final del Ciclo, nos invitan a volver al año que va terminando, reconociendo a ese Dios que va «de un lado para otro», «abordándonos por los caminos», para aliviar nuestras preocupaciones. ¡Qué diferente descubrir a un Dios que se desvela así por cada uno, en lugar de quedarnos en aquel Dios caricaturizado en el padre que reprime al hijo a base de miedo y le requiere, sin aviso previo, para ver si le coge desprevenido! ¡Cómo dormirnos en la noche de su venida! Más bien, como los novios que se echan de menos, ¿cómo poder conciliar el sueño cada una de las noches en que ansiamos su venida? «En el lecho me acuerdo de ti y no puedo dormirme pensándote».