- Hech. 4,8-12. Ningún otro puede salvar
- I Jn. 3,1-2. Veremos a Dios tal cual es.
- Jn. 10,11-18. El bue pastor da la vida por las ovejas.
…cuando somos ovejas para saber ser pastores
Reflexión
- En el lenguaje de aquellos pueblos de pastores trashumantes, el término “pastor” no es el de un mero oficio, ni el de un déspota explotador de animales, sino el del cuidador que los conoce, defiende y conduce como si fueran sus hijos. El rebaño era parte del pueblo en marcha, su riqueza y su alimento. El canto-oración del Salmo 23 —El Señor es mi Pastor— sugiere ya un Dios metido en la historia de los hombres, oliendo a oveja, contagiándose de lo humano hasta ser uno de esos humanos, una oveja dentro de la humanidad. Oveja al tiempo que pastor.
- Jesús se proclama a sí mismo El Buen Pastor”. No “un” pastor sino “el buen”, el auténtico. Pastor no desde lo alto, desde la trascendencia, sino pisando el barro que pisan aquellas ovejas. Jesús, en línea con la crítica de Ezequiel, opone el verdadero pastor que da la vida por las ovejas, al asalariado que huye y las abandona. Bajo ese “dar la vida” está la cruz que llevó y lleva a cuestas como el peso de todas las ovejas descarriadas que ha salido a buscar y que conduce al Hogar.
- ¿Y hoy? El Señor es mi pastor, el Señor es mi esperanza hoy y siempre. En estas situaciones devastadoras pastorea como nunca hasta lograr que lo que es un gran mal termine abriendo paso a una renovación y crecimiento de lo humano.
- Todo cristiano es, en primer término, oveja del redil del Pastor. Oveja que le conoce, que le reconoce, que escucha su voz y que se sabe amada y conducida hacia el Padre. Conocerle es amarle, y amarle es saberse amado por él. Escuchar es discernir su voluntad para seguir el camino que marca en cada época.
- Algunos bautizados, sin dejar de ser ovejas, son llamados a compartir el pastoreo con el Señor. De su fidelidad y entrega depende en parte la llegada de la voz del Pastor a la oveja. La elección no eleva a estos pastores a una categoría superior, sino que los abaja a la servidumbre, a una esclavitud amorosa. Nunca se arrogará la propiedad del rebaño, pues son ovejas del verdadero y único Pastor. Cuando esta bajada al servicio se invierte, el llamado a acompañar al Pastor se convierte en funcionario y matarife. ¡Qué bien lo describe San Agustín en el sermón 46 acerca de los pastores! Pero no olvidemos que la base y lo que siempre salva al pastor es su condición de oveja, de bautizado. Y si hoy escasean quienes escuchan al Señor y se adhieren a su llamada, la causa más profunda está en el debilitamiento de esa condición de ovejas. El problema de fondo es la salud de la comunidad cristiana.
- Hoy fiesta de nuestra parroquia seamos unos pastores de los otros