- Apo. 7,2-4.9-14. Vi una muchedumbre inmensa que nadie podía contar.
- I Jn. 3,1-3. Veremos a Dios tal cual es.
- Mt.5,1-12. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
Reflexión:
- Es una fiesta de optimismo, porque, a pesar de los telediarios, hay mucho bien en el mundo si sabemos descubrirlo. Hoy es el día de todos los santos. Son los santos innominados que no necesitan reconocimiento oficial, pero que están reconocidos por el Padre Dios “que ve lo que hay en el corazón de cada uno”. ¿Cuáles son las características de estos santos? Veamos:
- Los santos son muchos. Algunas sectas interpretan los números al pie de la letra y dicen que sólo se salvan los 144 .000 que dice la Biblia. Por eso, el mismo texto dice al final que era una multitud tan grande que nadie podía contar. Esto, para nosotros, es muy importante en este día. Si son tantos los santos que nadie puede contar… ¿No voy a estar yo entre ellos? ¿Y mi familia, y mis amigos, y, sobre todo, todos los amigos que tiene Dios? Por eso hoy el pueblo fiel se desplaza al cementerio a visitar y a rezar a “sus santos”. El templo hoy se traslada al cementerio y cada sepultura queda convertida en un altar.
- Lo primero que se necesita para ser santo es dejarse amar por Dios. ¡Mirad qué amor nos ha tenido el Padre!… En este mundo hay cosas muy bellas, pro nada tan bello y tan digno de ser contemplado como “el amor que Dios Padre nos tiene”. Lo primero para ser santo es “sentirse querido por Dios”. En este maravilloso texto de Juan descubrimos un pasado, un presente y un futuro.
- Mirad que amor nos ha tenido. Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante Él por el amor”. Antes de la creación del mundo el Padre nos ha visto ya en Cristo. Desde toda la eternidad todos hemos sido objeto de unos sueños eternos. Para el apóstol el futuro va a ser mucho mejor que el presente y el pasado. Si un Padre, ya en este mundo, nos trata de esa manera ¿Qué hará con nosotros cuando lleguemos al cielo?
- El santo es aquel que logra ser feliz ya en este mundo. Un Dios que tanto nos ama, no espera a que seamos felices sólo después de la muerte. Quiere que seamos felices ya en este mundo. Dios está en nuestro corazón. Cuando Jesús pronunciaba las bienaventuranzas, estaba expresando lo que Él estaba viviendo por dentro.